La carpintería de madera, un oficio que traspasa generaciones

Hay oficios que no se eligen, simplemente se llevan en la sangre. La carpintería de madera es uno de ellos: un arte que se transmite de generación en generación, conservando la tradición y el amor por el trabajo bien hecho. En Galicia, hay muchos talleres con décadas de historia, en los que el conocimiento y el saber hacer han pasado de padres a hijos e incluso a nietos y bisnietos.

Pero, ¿qué tiene la carpintería de madera para ser un oficio que despierta tanta pasión y se hereda de una forma tan natural? Hemos hablado con algunos de nuestros clientes para descubrirlo y, al mismo tiempo, rendirles un más que merecido homenaje. Porque Torneiro también es una empresa familiar, y sabemos que nuestro camino no habría sido el mismo sin ellos.

Algunos llevan con nosotros desde nuestros inicios, incluso desde antes de que Torneiro fuese Torneiro. Es el caso de Carpintería Cándido, de Curtis, fundada por Cándido Sanjurjo hace más de 60 años y de la que hoy se encargan sus hijos Manolo y José Manuel y su nieto Daniel. Allí se encuentra una de las primeras máquinas de carpintería vendidas por Julio Torneiro padre: una cepilladora Cima de 1976, previa a la creación de Comercial Torneiro, precursora de la actual Torneiro S.A.U. Una máquina que sigue funcionando “como el primer día”, al igual que otra cepilladora de Griggio que lleva también nuestro sello.

Carpintería Cándido

Manolo y Daniel, segunda y tercera generación de Carpintería Cándido

Cepilladora Carpintería Cándido

Daniel trabajando en la cepilladora Cima, una de las primeras máquinas de carpintería vendidas por Julio Torneiro padre

El trabajo de toda una vida

Javier Valoria Esmorís, de Foz, siempre tuvo claro qué iba a ser de mayor. Su padre, hoy jubilado, fundó la empresa a la que dedicó “toda una vida”. Literalmente: empezó con 13 años, y hoy, con 81, sigue visitando su taller cada día. Ese amor por lo que hacía supo transmitírselo a su hijo desde que jugaba en el taller cuando era solo un niño. Hoy, tras más de 20 años en la empresa familiar, destaca que la mejor lección que aprendió de su padre fue “el esfuerzo, el sacrificio y la paciencia”, unos valores que son “claves para la vida y para el trabajo”. Para él, es fundamental sentir pasión por el oficio, “vivir lo que estás haciendo”.

Carpintería Javier Valoria Esmorís

José Ramón y Javier Valoria

En eso coincide con José Pacios, quien remarca también la importancia de “aprender desde muy joven y ser responsable”. José es la segunda generación de Carpintería J. Pacios, de Lugo, dedicada a la elaboración y montaje de todo tipo de muebles de madera a medida.

Carpintería José Pacios

José Pacios trabajando con la chapeadora SCM minimax me 35

Los orígenes de esta carpintería lucense se remontan a la Barcelona de los 70, donde su padre, Domingo, montó su primer negocio, tras varios años aprendiendo el oficio con su tío. “Me crie en el taller, lo que me permitió ir aprendiendo poco a poco, y a los 18 me incorporé”, señala José.

Para él, el conocimiento que le ha transmitido su progenitor “tiene un valor incalculable”. A ello se suma que siempre le ha dejado tomar sus propias decisiones. “La carpintería es un oficio muy vocacional, especialmente cuando eres autónomo. Sin embargo, yo no lo cambio por ninguna otra cosa en el mundo. Es muy satisfactorio ver el resultado final después de dedicar tantas horas y poner tanto esfuerzo en cada trabajo que realizas”, concluye.

En la Antonio Gómez Otero, de Ourense, se repite el mismo esquema. Tanto Antonio como su hijo Bruno atesoran una amplia experiencia: casi 40 años el primero y ya 24 el segundo.

Carpintería Antonio Gómez Otero

Antonio y Bruno, de Carpintería Antonio Gómez Otero

El secreto para que una empresa se mantenga tanto tiempo no es, en realidad, ningún secreto, solo “esfuerzo y producción”. Ambos comparten la opinión de que la carpintería es algo muy vocacional, pero a la vocación hay que sumarle dedicación, porque sin eso no funciona. ¿Su mayor orgullo? “Ver un trabajo finalizado y que nuestros clientes estén satisfechos”.

No hay dos trabajos iguales

Diego Marcos, de Marcos López Carpintería (Becerreá), es otro de los que recuerda estar en el taller desde que aprendió a andar. Su incorporación se concretó en el año 2016. “Para mí, fue algo natural”.

Del trabajo disfruta cada detalle, pero lo que más le fascina es el hecho de que cada encargo sea diferente. “Techos, suelos… no hay dos iguales, y ya si hablamos de mobiliario, las posibilidades son tantas como gustos tienen los clientes”. Afirma que la gente hace peticiones muy diferentes y les encanta ser capaces de entender sus necesidades a la perfección y entregarles un producto con el que estén 100% satisfechos. “Esa es, sin duda, la parte más gratificante de todo el proceso”.

Marcos López Carpintería

Las dos generaciones de Marcos López Carpintería

“A mi padre tengo que agradecerle, en primer lugar, que me enseñara el oficio, y después, el ser obstinado, darle continuidad y nunca dejar algo a medias”. Cumplir con los clientes, ¿acaso no es ese el verdadero secreto para que un negocio perdure?

Un oficio que traspasa generaciones

En ocasiones, como ya hemos visto en Carpintería Cándido, esa vocación familiar viene de más lejos. Es el caso de Maderas Rubinos, de Monforte, ya con la cuarta generación al frente.

“La empresa la fundó mi bisabuelo, y, aunque yo me dedicaba a otra cosa, acabé cayendo”, cuenta Fernando. En su caso, el legado familiar llamó a su puerta en el año 2001, pero reconoce que el oficio le acabó atrapando. “El trabajo es bonito”, señala, insistiendo en esa satisfacción que provoca “el trabajo bien hecho” y que los clientes estén contentos, un aspecto en el que todos coinciden.

Maderas Rubinos

Fernando, cuarta generación de Maderas Rubinos

Remarca que unos de sus valores añadidos es la personalización. “Nunca hacemos dos trabajos iguales, sino que nos adaptamos a cada cliente”, gracias a su fábrica propia, que les permite hacer encargos variados y a medida: armarios, muebles de cocina, frisos, escaleras, balaustres, porches, pérgolas, carpintería exterior, puertas… entre otros servicios como la rehabilitación y restauración de viviendas y locales. “Frente a las producciones estandarizadas, nosotros hacemos lo raro, lo diferente, lo artesano”.

En cuanto al mejor consejo que recibió de las generaciones anteriores, apunta algo importante, pero que algunas veces no se tiene demasiado en cuenta: “¡cuidado, que corta!”.

Tradición y modernidad sin perder la esencia

Ese trabajo artesanal, personalizado, es un punto en común en todos ellos. Todas son carpinterías familiares, tradicionales, que se han ido modernizando con el tiempo, pero sin perder su esencia. Manuel Batalla Blanco, de Noia, es una muestra de ello. Su fundador, ya jubilado, es todo un ejemplo de profesionalidad y perseverancia, dos cualidades que ha transmitido a su hijo Nacho y su yerno Laureano. Desde su taller en la parroquia de Santa María de Roo, se dedican a la carpintería tradicional y a las reformas en general, poniendo en cada trabajo la máxima dedicación y atención al detalle.

Manuel Batalla Blanco

De izda. a drcha., Laureano, Nacho y Manuel Batalla Blanco, fundador de la carpintería noiesa

Carpintería Castro Espasandín, localizada en Zas, es también mucho más que una carpintería y ebanistería. Fundada a principios de los 2000 por José Manuel Castro, más conocido como “O Vilelo”, ha conseguido mantener su esencia a lo largo de los años, destacándose por la elaboración de trabajos artesanales de altísima calidad.

Lo que realmente los distingue es la pasión con la que han sabido transmitir de generación en generación el arte de la madera, con un profundo compromiso por el detalle. Junto a su hijo Mario, se aseguran de que cada pieza que sale de su taller siga reflejando la misma dedicación, maestría y amor por el oficio.

Carpintería Castro Espasandín

Mario y José Manuel Castro, de la carpintería Castro Espasandín

La mejor garantía de continuidad

Si algo hemos aprendido al escuchar todas estas historias, es que la verdadera pasión se transmite y perdura a lo largo del tiempo. En un contexto de profunda digitalización, donde parece que los oficios tradicionales están condenados a desaparecer, la herencia familiar, unida a la innovación, es la mejor garantía de continuidad. Estamos seguros es de que a la carpintería de madera le quedan todavía muchos capítulos por escribir, y vosotros sois la mejor prueba.

Sois muchos más, y sería imposible mencionaros a todos. Desde aquí queremos dar las gracias a todos nuestros clientes, y en particular a los que habéis colaborado para darle forma a este pequeño homenaje. Con él, buscamos poner en valor vuestro trabajo, trayectoria y fidelidad, agradeceros vuestra confianza y convertiros en los protagonistas de este Día del Padre tan especial.

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